Artista nómada, hijo del Caribe de sangre española, africana, francesa y china, Hans Christian Vergara refleja en su pintura la especificidad y la universalidad de la conciencia espiritual.
Pintor autodidacta, se traslada a Francia en 1998, donde se convierte en el asistente de renombrados artistas caribeños, el martiniqués Henri Guédon y el cubano Guido Llinas, mientras expone su trabajo en París y otras ciudades francesas. En 2006, se muda a Nueva Caledonia, donde se convierte rápidamente en una de las figuras centrales de la pintura contemporánea. Expone regularmente en centros culturales y galerías del archipiélago, así como en Nueva Zelanda. De vuelta a Francia en 2012, se traslada al suroeste, donde realiza exposiciones personales y colectivas (Toulouse, Saint-Emilion, Burdeos, Agen...).
En sus cuadros, las referencias mitológicas, filosóficas y populares abundan: encontramos deidades afro-cubanas como Elegguá, Ochún o Yemayá, los "virtuosos" - sus criaturas híbridas con cuerpo de animal, vegetal o humano que son encarnaciones de entidades imaginarias - o el hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci, símbolo universal de la perfección.
Su universo pictórico celebra la unión poética de los mitos y las religiones; los seres que lo habitan, transitan por los caminos sinuosos de la vida, animados por el deseo de promover la elevación espiritual de la humanidad.